Roald Dahl, con el humor que lo caracteriza, entregó nuevas versiones de los clásicos La cenicienta, Juan y la habichuela mágica, Blancanieves y los siete enanos, Rizos de oro y los tres osos, Caperucita roja y el lobo y Los tres cerditos. Todos los cuentos son relatados con rimas, a su estilo y con finales diferentes a los acostumbrados pues ¿Por qué los cuentos infantiles tienes la costumbre de terminar con un final feliz? Un desenlace feliz ¿para quién?
Caperucita Roja y el Lobo
De Roald Dahl
Traducción de Miguel Azaola
Estando una mañana haciendo el bobo
le entró un hambre espantosa al señor Lobo,
así que, para echarle algo a la muela,
se fue corriendo a casa de
“¿Puedo pasar, señora?”, preguntó.
La pobre anciana, al velo, se asustó
pensando: “¡Éste me come de un bocado!”
Y, claro, que no se había equivocado:
se convirtió
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
“Sigo teniendo un hambre aterradora…
¡Tendré que merendarme a otra señora!”
Y, al no encontrar a ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
“¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de
Y por que no se viera su fiereza,
se disfrazó de
se hecho laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: “¿Cómo estás, abuela mía?
¡Por cierto, me impresionan tus orejas!”
“Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas”. “¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!”. “¡Claro, hijita,
son los lente nuevos que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista”, dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a serle mil veces más rica
que el alimento precedente. De repente
Caperucita dijo: “¡Qué imponente
abrigo de pieles llevas este invierno!”
El Lobo, estupefacto, dijo: “¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estas tomando el pelo…? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa”.
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revólver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡pam!- allí cayó una buena pieza.
Al poco tiempo vi a Caperucita
Cruzando por el bosque… ¡Pobrecita!
¿Sabes lo que la descarada usaba?
Pues nada menos que con un abrigo desfilaba
y a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
Los tres cerditos
De Roald Dahl
Traducción de Miguel Azaola
El animal mejor que yo recuerdo
es, sin ninguna duda, el cerdo.
El cerdo es bestia lista, es bestia a mable,
es bestia noble, hermosa y agradable.
Más, como en toda regla hay excepción,
también hay algún cerdo tontarrón
dígame usted si no: ¿qué pasaría
si paseando por el bosque un día,
topara con un cerdo que trabaja
haciéndose una gran casa…de PAJA?
El Lobo, que esto vio, pensó: “Ese idiota
debe estar falto de pelota…”
“¡Cerdito, por favor, déjame entrar!”
“¡Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar!”
“¡Pues soplaré con más fuerza que el viento
y aplastaré tu casa en un momento!”
Y por más que rezó la criatura
el Lobo destruyó su arquitectura.
“¿Qué afortunado soy –pensó el bribón-.
¡Veo la vida de color jamón!”
Por que de aquel cerdito, al fin y al cabo,
ni se salvó el hogar ni quedó el rabo.
El Lobo siguió dando su paseo,
pero un rato después gritó: “¿Qué veo?
¡Otro lechón adicto al bricolaje
haciéndose una casa… de RAMAJE!
¡Cerdito, por favor, déjame entrar!”
“¡Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar!”
“¡Pues soplare con más fuerza que el viento
y aplastaré tu casa en un momento!”
Farfulló el Lobo: “Ya verás, lechón!”
y se lanzó a soplar como un tifón.
El cerdo gritó: “¡No hace tanto rato
que te has desayunado! Hagamos un trato…”
El Lobo dijo: “¡Haras lo que yo te diga!”
Y pronto estuvo el cerdo en su barriga.
“No ha sido mal almuerzo el que hemos hecho,
pero aún no estoy del todo satisfecho
-se dijo el Lobo-. No me importaría
comerme otro cochino a mediodía”.
De modo que, con paso subrepticio,
la fiera se acercó hasta otro edificio
en cuyo comedor otro marrano
trataba de ocultarse del villano.
La diferencia estaba en que el tercero,
de los tres era el menos majadero
y que, por si las mosca, el muy pillo
se había hecho la casa…¡de LADRILLO!
“¡Conmigo no podrás!”, exclamó el cerdo.
“¡Tú debes pensar que soy lerdo!
-le dijo el lobo-. ¡No habrá quien impida
que tumbe de un soplido tu guarida!”
“¡Nunca podrás soplar lo suficiente
para arruinar mansión tan resistente!”
Contesto el cochino con razón,
pues resistió la casa el ventarrón.
“Si no la puedo hacer volar soplando,
la volaré con polvora… y andando”,
dijo la bestia y el lechón sagaz,
que aquello oyó, chillo: “¡Serás capaz!”,
y lleno de zozobra y de congoja,
un número marcó: “¿Familia Roja?”,
“¡Aló! ¿Quién llama? –le respondió ella-.
¡Cochino! ¿Cómo estas? Yo aquí, tan bella
como acostumbro ¿y tú?”. “Caperu, escucha.
Ven aquí en cuanto salga de la ducha”.
“¿Qué pasa?” preguntó Caperucita
“Que el Lobo quiere darme dinamita,
y como tú de lobos sabes mucho,
quizá puedas dejarle sin cartuchos”.
“¡Querido marranín, cerdito guapo!
estaba proyectando comprar trapos,
así que, aunque me da cierta pereza,
iré en cuanto me seque la cabeza”.
Poco después Caperu atravesaba
el Bosque de este cuento. El Lobo estaba
en medio del camino, con los dientes
brillando cual puñales relucientes,
los ojos como brazas encendidas
todo él lleno de impulsos homicidas.
Pero Caperucita –ahora de pie-
volvió a sacarse el arma del corsé
y alcanzo al Lobo en punto tan vital
que la lesión le resultó fatal.
El cerdo, que observaba con ojo avizor,
gritó: “¡Caperucita Roja es la mejor!”
¡Ay, puerco ingenuo! Tu pecado fue
confiar en la chica del corsé.
Porque Caperu luce últimamente
no sólo dos abrigos imponentes
de Lobo, sino un maletín de mano
hecho con la mejor…¡PIEL DE MARRANO!
Del libro Revolting Rhymes (en español Cuentos en verso para niños perversos) de Roald Dahl con ilustraciones de Quentin Blake. 2007, Alfaguara Infantil.
Aquí hay otra versión de los tres cerditos, a mi me gusta mas esta.
Hey! Es uno de mis libros favoritos de Dahl, hizo aún más legibles e interesantes las versiones originales de estos cuentos (que, créeme, son muy sangrientas y bizarras). Les otorgó síntesis y rima y las acompañó de las siempre atinadas ilustraciones de Blake (con quien hizo una mancuerna genial, ya característica en sus cuentos infantiles).
ResponderEliminarDe alucine el príncipe cortacabezas de Cenicienta (por cierto, en la versión original ella se llama "Culocenizón"); los enanos apostadores de Blanca Nieves; las acusaciones de delincuencia juvenil para Rizos de Oro, con justicia incluida en el final, y un largo etc.
Excelente recomendación para el niño (léase "perverso polimorfo") que llevamos dentro...
Ah! Y la rola del final... chingón volver a disfrutarla después de largo tiempo! Casualmente la escuchaba mucho de chavita y me encantaba.
ResponderEliminarGrax x eso!
Ese libro es una J O Y A, asì nada màs.
ResponderEliminarBueeeno.... y a la realidad siempre le da por seguir a la ficción:
ResponderEliminarhttp://www.emol.com/noticias/internacional/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=317645